En las aguas del Océano Atlántico, cerca del archipiélago canario, existe una leyenda tan fascinante como persistente: la de la Isla de San Borondón, también conocida como la isla errante o isla fantasma. A lo largo de los siglos, marineros, exploradores, cartógrafos y hasta científicos han buscado infructuosamente esta misteriosa tierra que, según se dice, aparece y desaparece ante los ojos humanos. Envuelta en una mezcla de misticismo, religión, geografía imprecisa y fenómenos naturales, la historia de San Borondón ha nutrido la cultura popular, la literatura y la imaginación colectiva del mundo hispano.
Origen del Mito: San Brandán de Clonfert
La leyenda de San Borondón tiene sus raíces en la figura histórica y religiosa de San Brandán el Navegante (Brandán de Clonfert), un monje irlandés del siglo VI. San Brandán fue un abad cristiano que, junto con otros monjes, emprendió un viaje marítimo en busca de la Tierra Prometida de los Santos, un paraíso terrenal situado más allá del mundo conocido. Esta historia se relata en el texto “Navigatio Sancti Brendani Abbatis” (La Navegación de San Brandán), escrito en latín en torno al siglo IX.
Según este relato, San Brandán y sus compañeros recorrieron el Atlántico durante siete años en una embarcación llamada currach, navegando por islas fabulosas, enfrentando monstruos marinos, escuchando coros celestiales, viendo árboles de frutas doradas y, finalmente, hallando una isla paradisíaca habitada por ángeles. Al regresar, Brandán compartió su experiencia, que pronto se difundió por Europa.
El mito de San Brandán pronto se sincretizó con otras leyendas medievales y se reinterpretó como una isla física y real en el Atlántico, cuya aparición era tan caprichosa como su origen.
De San Brandán a San Borondón
La transformación del nombre de San Brandán a San Borondón ocurrió como resultado de la castellanización fonética del nombre irlandés. Con el paso del tiempo, la historia religiosa se mezcló con la geografía especulativa, y así surgió la noción de una isla ubicada en el entorno de las Islas Canarias, que no sólo existía, sino que también se dejaba ver en ocasiones para luego desvanecerse como un espejismo.
Durante la Edad Media y la Edad Moderna, se creyó firmemente en la existencia de San Borondón. Aparece en múltiples mapas náuticos, cartas marítimas, crónicas de exploradores e incluso documentos oficiales de las coronas europeas. Se la representaba como una octava isla canaria, situada al oeste del archipiélago, entre La Palma y El Hierro.
San Borondón en la Cartografía Antigua
Desde el siglo XIV hasta el XVIII, la isla de San Borondón aparece en diversos mapas como una tierra bien delimitada. En la cartografía de la época, la isla es representada como:
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Un territorio alargado, montañoso y con ríos.
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Un enclave temporal que surge del mar y desaparece.
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Parte del Reino de las Islas Afortunadas (las Islas Canarias).
Entre los mapas más relevantes que incluyen San Borondón están:
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El mapa portulano de Angelino Dulcert (1339), que representa a San Borondón al oeste del archipiélago.
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El mapa de Piri Reis (1513), que lo sitúa cerca de la costa africana.
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El Atlas de Abraham Ortelius (siglo XVI), que la registra como "I. de S. Brandam".
A pesar de su inclusión cartográfica, las expediciones enviadas para encontrarla no lograron más que relatos de avistamientos fugaces. Aún así, muchos mapas hasta el siglo XVIII la incluían como un territorio pendiente de conquistar o de confirmar.
Relatos y Avistamientos Históricos
Numerosos testigos afirmaron haber visto la isla de San Borondón a lo largo de los siglos. Muchos relatos provienen de marineros, campesinos y místicos, principalmente de las Islas Canarias.
Uno de los relatos más populares proviene de Marcos Verde, un campesino de El Hierro que en 1528 juró haber estado en la isla. Según su testimonio, él y algunos compañeros llegaron a tierra firme, exploraron el lugar y recogieron plantas antes de que una niebla los envolviera y la isla desapareciera de nuevo.
Otros relatos similares incluyen:
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Fray Gaspar Domínguez, que en el siglo XVII escribió haber avistado la isla desde La Palma.
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El gobernador de El Hierro en 1570, que organizó una expedición oficial con la bendición del rey Felipe II para explorar y tomar posesión de la isla, sin éxito.
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José de Viera y Clavijo, en su “Historia General de las Islas Canarias” (1772), recopila varios testimonios y teorías sobre su existencia.
Estas apariciones se describían casi siempre como fenómenos que duraban poco: la isla emergía del horizonte y luego se disolvía en la bruma o simplemente desaparecía, como si nunca hubiese estado allí.
Expediciones en Busca de San Borondón
La insistencia en la existencia de San Borondón llevó a múltiples expediciones organizadas por las autoridades españolas. Algunas de las más notables incluyen:
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Expedición de 1570, patrocinada por Felipe II, la cual no encontró la isla pero recogió numerosos relatos de testigos.
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Nuevas búsquedas durante los siglos XVII y XVIII desde islas como La Palma, El Hierro y La Gomera.
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En el siglo XX, incluso con la aparición de la aviación y los estudios satelitales, algunos residentes seguían reportando avistamientos esporádicos, especialmente en días de fuerte inversión térmica.
Aunque todas estas búsquedas fueron infructuosas en cuanto a encontrar un territorio permanente, reforzaron la leyenda y el misticismo de la isla.
Explicaciones Científicas y Naturales
El fenómeno de San Borondón ha sido objeto de diversas interpretaciones científicas que intentan explicar los avistamientos sin necesidad de recurrir a lo sobrenatural:
1. Espejismos o fenómenos ópticos
La teoría más aceptada es la del espejismo superior o Fata Morgana, un fenómeno óptico que ocurre cuando hay inversión térmica: una capa de aire caliente se sitúa sobre otra más fría, y esto refracta la luz, proyectando objetos lejanos en el horizonte. En condiciones especiales, una isla como La Palma o El Hierro puede parecer duplicada o desplazada, dando la impresión de una nueva masa terrestre que luego desaparece.
2. Bancos de niebla o nubes lenticulares
A veces, formaciones nubosas densas y estacionarias sobre el océano pueden parecer una isla a la distancia. Esto se acentúa con el reflejo del sol o la luz lunar.
3. Islas flotantes de vegetación
En épocas remotas, grandes masas de vegetación, troncos y material volcánico podían agruparse y dar lugar a la ilusión de una isla. Aunque inusual, es una posibilidad considerada por algunos investigadores.
4. Islas sumergidas o hundidas
Otra hipótesis es la existencia de una isla volcánica que pudo emerger brevemente por actividad sísmica y luego hundirse de nuevo. Las Islas Canarias tienen una fuerte actividad tectónica, y no sería imposible que una elevación temporal del terreno marino provocara estos engaños visuales.
San Borondón en la Cultura Popular
La figura de la isla fantasma ha trascendido lo meramente anecdótico o religioso para convertirse en un símbolo cultural en Canarias y en el mundo hispano. San Borondón es:
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Símbolo de misterio y magia atlántica.
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Metáfora de la búsqueda de lo inalcanzable o lo eterno.
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Fuente de inspiración para músicos, escritores y artistas.
Literatura
Autores como Domingo Pérez Minik, Luis León Barreto, Juan Manuel García Ramos y Alberto Vázquez-Figueroa han explorado el mito en cuentos, ensayos o novelas. El tema de San Borondón ha sido también tratado en obras poéticas y en la literatura fantástica como símbolo de la utopía o de lo que escapa al entendimiento humano.
Música y arte
El grupo Taburiente, uno de los más representativos del folclore canario, compuso la canción “San Borondón”, que evoca la mítica isla y su significado en la identidad canaria. Pintores como César Manrique también reflejaron el mito en sus creaciones.
Turismo y tradición popular
En las islas occidentales de Canarias, sobre todo en La Palma, El Hierro y La Gomera, la leyenda de San Borondón forma parte del imaginario colectivo. Existen miradores donde supuestamente se ha visto la isla, y en tiendas locales se venden mapas, libros y productos inspirados en ella.
Perspectiva Mítica y Simbólica
Más allá de la explicación científica o del escepticismo racional, San Borondón representa una frontera entre lo visible y lo invisible, entre lo real y lo mágico. En este sentido, algunos estudiosos la comparan con:
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Avalon, en la mitología celta.
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Hy-Brasil, otra isla legendaria del Atlántico.
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Atlántida, la famosa civilización sumergida descrita por Platón.
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La Tierra de Nunca Jamás, como símbolo del lugar que solo los soñadores pueden alcanzar.
San Borondón, en tanto isla escurridiza, simboliza también el anhelo de trascendencia, el deseo humano de descubrir un paraíso oculto o reencontrarse con lo divino. En muchas versiones del mito, la isla es considerada sagrada, solo visible para los elegidos o los puros de corazón.
¿Existe San Borondón?
Desde una perspectiva moderna, y a pesar de los avances tecnológicos (satélites, imágenes aéreas, mapas digitales), San Borondón no ha sido hallada físicamente, lo que refuerza su carácter fantasmal. Aún así, hay quienes continúan creyendo en ella, y no faltan quienes aseguran haberla visto recientemente.
¿Es un espejismo? ¿Una dimensión paralela? ¿Una proyección de la memoria colectiva? ¿Un fragmento del inconsciente arquetípico del Atlántico? Las preguntas siguen abiertas, y quizá eso es precisamente lo que hace que San Borondón continúe viva en el imaginario.
Finalmente, la Isla de San Borondón es una de las leyendas más fascinantes del ámbito atlántico. Su historia mezcla religión, ciencia, folclore y poesía. Aunque su existencia física no esté probada, su presencia simbólica en la cultura canaria y en la mente de generaciones enteras es incuestionable.
San Borondón no necesita ser encontrada para ser real. Vive en los relatos, en la música, en los mapas antiguos y, sobre todo, en la capacidad humana de imaginar lo imposible. Como tantas otras islas míticas, su encanto reside precisamente en su esquiva presencia: aparece cuando menos se la espera y desaparece cuando uno cree haberla tocado. Es, en definitiva, una metáfora flotante del alma humana.
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