miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ajedrez y Matemáticas



En numerosas ocasiones, tratamos de hacer cálculos mentales rápidos (al calcular el número de horas que trabajamos la semana pasada, el número de estrellas que vemos por la noche, o, simplemente, al pagar la cuenta en el restorán), con la finalidad de comprender qué acciones tomaremos, o, en la mayoría de las veces, porque no queremos entrar a detalle en finos cálculos. Pero, caemos en la cuenta de que "los números no son lo que parecen".

Nos equivocamos repetidamente respecto a los números.
Y la historia nos muestra un caso particular, con respecto a la invención del ajedrez.
Se cuenta que hace muchos años, el rey Lavada, gobernador de una provincia de la India, se encontraba en guerra para evitar ser invadido por sus enemigos. Y, aunque logró su objetivo, en un movimiento estratégico, uno de sus jóvenes guerreros perdió la vida, su propio hijo. El rey, aunque ganó la guerra y evitó la entrada de los invasosres, sufrió fuertemente la pérdida de su hijo. Pasaban los días, sin que nada le trajera alivio. Pero cierto día, un joven llamado Lahur Sessa se presentó en Palacio y se presentó al rey, diciéndole que había inventado un juego que le devolvería la alegría. El juego consistía de un tablero de 64 casillas sobre el cual se colocaban piezas de color negro unas y de blanco otras. El juego simulaba una batalla entre dos reinos, una batalla que libraban piezas que representaban a la infantería, a la caballería, a torres de castillo, y al rey y la reina. El rey pudo comprender que a veces era necesario sacrificar ciertos elementos de su ejército para alcanzar la victoria. De esta forma, el rey quedó muy satisfecho por el ingenioso juego, y ofreció al joven la recompensa que quisiera. Pero el joven, que era muy astuto, quiso poner a prueba la capacidad de manejo de los números al rey, y le pidió que le diera un grano de arroz por el primer cuadro del tablero de ajedrez, dos por el segundo, cuatro por el tercero, ocho por el cuarto, y así sucesivamente, siempre duplicando la cantidad en el cuadro siguiente, hasta la casilla 64. A lo que el rey Lavada, no queriendo complicarse con las matemáticas, consideró que con un costal de arroz liquidaba la petición del joven, al cabo que unos granos más, unos granos menos. Sin embargo, el joven le expuso, con todo respeto, que se hiciera el cálculo exacto... claro, el rey tuvo que pedir la ayuda de sus asesores matemáticos. Y el resultado obtenido fue una cantidad tan grande que se hubiese requerido una montaña de arroz más grande que el Himalaya.








Parece que esta situación se repite constantemente cuando perdemos la noción de las cantidades. Nuestras estimaciones suelen distar mucho de la realidad, y nos resulta fácil hablar a la ligera cuando perdemos la noción de los números muy grandes. Esta historia del rey Lavada, nos invita a tener cuidado con la ciencia de los números, ya que incluso 64 cuadros de un tablero de ajedrez, nos pueden sacar de nuestras casillas, confundiéndonos y precipitarnos en nuestro forma de percibir la realidad.

 De momento, disfrutemos de una buena partida de ajedrez, este singular juego de historia milenaria.

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