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1 oct 2025

La Orden de la Jarretera: Historia de la Caballería Británica

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    Cuando se habla de órdenes caballerescas y sociedades antiguas con vetas de secreto, pocas despiertan tanto interés y controversia como la Orden de la Jarretera (Order of the Garter). Con raíces en la Inglaterra del siglo XIV, esta orden de caballería existe hasta hoy, y su mezcla de historia feudal, ceremonial monárquico y rumor conspirativo la ha convertido en objeto de fascinación para historiadores, aficionados al misterio, críticos políticos y curiosos en general.

    Al llamarla “sociedad secreta”, muchos se refieren menos a una organización clandestina —como la masonería o los Illuminati— y más a un conjunto de rituales, protocolos, símbolos y privilegios reservados a una élite selecta, bajo un velo de tradición y ceremonia que tiende al secretismo.

    En este post nos adentraremos en profundidad a lo que se sabe (y lo que se especula) sobre la Orden de la Jarretera, su evolución histórica, su simbolismo, sus mitos y su relevancia actual.

Origen histórico

    La Orden de la Jarretera fue fundada en 1348 por el rey Eduardo III de Inglaterra. (The Royal Family) Se la reconoce como la más antigua de las órdenes de caballería inglesas aún en funcionamiento. (Encyclopedia Britannica)

    El propósito inicial tenía componentes bélicos, de lealtad personal al monarca, de honra caballeresca, y de cimentar una élite de guerreros cuya devoción al rey y al reino sería ejemplar. Parte del mito del origen de su nombre tiene que ver con un incidente legendario en el cual una liga (“garter”) de la dama de un torneo se cayó, provocando burlas, y el rey la recogió y la colocó en su propia pierna con la frase “Honi soit qui mal y pense” (“Avergonzado sea quien piense mal de ello”), que más tarde se convertiría en el lema oficial de la orden. (Encyclopedia Britannica)

    Desde sus primeros años, la Orden adquirió carácter muy aristocrático, estrechamente vinculada a la realeza, la nobleza, la lealtad al monarca, y al ideal de la caballería como forma de vida. Su membresía era limitada, los rituales ceremoniales altamente formales, el simbolismo riguroso. Esto le dio prestigio pero también el aura de misterioso reservorio de poder y privilegio.

Estructura, miembros y ceremonias

    A diferencia de sociedades recogidas bajo la etiqueta de “secretas”, la Orden de la Jarretera no se inspira en la clandestinidad —sus ceremonias son públicas, su membresía es aristocrática y de alto perfil— pero ciertos aspectos de su funcionamiento se guardan con discreción, lo que alimenta especulaciones sobre su poder interno.

    Los miembros (knights o dames) son nombrados por el monarca británico. (Wikipedia) El número de caballeros “compañeros” es limitado, no siempre grande, y en muchos casos incluye miembros extranjeros o miembros de la familia real. (Wikipedia) Las ceremonias incluyen procesiones, vestimenta ceremonial, insignias específicas (cinturón, gorro, medallas…), solemnidad religiosa (St. George’s Chapel en Windsor es centro de muchas de las ceremonias centrales) y rituales marcados por tradición. (The Royal Family)


     La insignia tiene elementos simbólicos muy precisos: la liga azul con el lema en francés, el lazo, ciertos ornamentos relacionados con San Jorge, rosa Tudor, etc. (cuhags.soc.srcf.net)

Simbolismo y significados

    El lema “Honi soit qui mal y pense” ha sido interpretado de muchas maneras. Literalmente se podría traducir como “Avergonzado sea quien mal lo piense”, lo que sugiere una defensa del honor, de la reputación, de la rectitud frente a la calumnia o al juicio malicioso. Ese lema, unido a la imagen de la liga, une elementos de vergüenza, honor, exclusividad, reafirmación de lealtades.

    La liga, como objeto físico, también tiene carga simbólica. Es un lazo, algo que une, sujeta. Algunos historiadores señalan que la liga puramente como objeto ritual podría aludir a la fidelidad, a la alianza de los caballeros con el rey, a la promesa de apoyo y servicio.

    Además, la Orden de la Jarretera, con su ceremonia, sus miembros elevados, su origen en la caballería medieval, proyecta simbolismos de protección, de lucha por ideales, de privilegio nobiliario, de continuidad histórica, de legitimidad monárquica. Para muchos se convierte en símbolo de lo antiguo, lo irreductible, lo que trasciende modas históricas.

Los mitos y teorías conspirativas


     Al ser una institución tan antigua, privilegiada y reservada, no sorprende que la Orden de la Jarretera haya sido objeto de todo tipo de mitos, exageraciones o teorías de conspiración.

    Una de las más comunes es que la Orden funciona como una especie de sociedad secreta detrás del poder británico, influyendo en decisiones diplomáticas, económicas o políticas globales tras bambalinas. En algunos textos conspirativos aparece como parte del entramado de élites internacionales (Iluminati, sociedades ocultas), donde la jerarquía de la Orden se entrelaza con líneas de sangre, con influencia financiera y con redes diplomáticas.

    Otra teoría afirma que algunos rituales de la Orden Jet están cargados de simbolismo ocultista más allá del ceremonial aristocrático: supuestos juramentos secretos, votos no revelados al público, símbolos no oficiales, hermetismo interno. En algunos lugares se ha dicho que la Orden mezcla lo santo con lo profano, rituales religiosos con rituales de poder profano. (La Verdad y solo la Verdad)

    Sin embargo, muchas de estas afirmaciones provienen de fuentes no verificadas, de blogs de misterio, de literatura esotérica, de rumores populares, y carecen de respaldo documental confiable.

Evolución a lo largo de los siglos

    Desde su fundación en tiempos de Eduardo III, la Orden de la Jarretera ha evolucionado, adaptándose a los cambios políticos, sociales, religiosos. En la Inglaterra medieval cumplía funciones militares, simbólicas de lealtad al monarca, de prestigio nobiliario y de representación de los ideales de caballería.

    Con el paso del tiempo, esos aspectos se volvieron más ceremoniales que prácticos: ya no hay guerras de caballería, ni responsabilidades militares del porte de antes, sino funciones diplomáticas, estatales, culturales. Miembros de la Orden participan en la corte, en actos de Estado, en la representación simbólica de la Corona, en eventos públicos con gran pompa.

    La Reforma protestante, las guerras civiles inglesas, los cambios en la monarquía, el avance del parlamentarismo, la descentralización del poder —todo esto afectó también cómo la Orden es vista, ejecutada, mantenida. Cambios en quién puede ser miembro, en la imagen pública, en la participación de mujeres, en la inclusión de miembros no británicos.

Poder, influencia y controversias modernas


     Aunque oficialmente la Orden no es una organización política secreta, su carácter aristocrático, su membresía selectiva y su vinculación directa con la Corona le otorgan un tipo de prestigio que produce reverberaciones políticas y sociales.

    En la cultura popular, se le atribuyen conspiraciones: que sus miembros ocupan cargos clave en gobiernos, finanzas o en estructuras de poder invisibles. Que ser nombrado caballero o dama de la Jarretera puede servir como reconocimiento, puerta a influencias, o recompensa de lealtades políticas.

    Algunos críticos sostienen que esta clase de órdenes funcionan como mecanismos de legitimar poder, de perpetuar élites, de ofrecer símbolos de prestigio que refuerzan la jerarquía social. Y eso genera polémica en tiempos modernos, en que se pide mayor democracia, transparencia, igualdad.

    También hay controversias más concretas: debates sobre si los rituales o estatutos deben ser revisados, si la representación debe adaptarse, si la membresía debe reflejar diversidad étnica, de género o nacional. En tiempos recientes, la inclusión de ciertos miembros extranjeros, la vinculación con la realeza o la nobleza de otros países, y la participación en actos públicos ha hecho que la Orden sea observada con lupa mediática cada vez que hay nombramientos.

Secretismo real vs. mitificación

    Es importante distinguir lo que es parte de la Orden de la Jarretera como institución real y documentada y lo que pertenece al imaginario popular o a las teorías conspirativas.

    La Orden tiene registros históricos, documentos oficiales, ceremonias públicas y estatutos reales bajo la Corona. No es una sociedad clandestina: el monarca la preside de manera conocida, sus honores son proclamados públicamente, sus miembros aparecen en roles estatales y ceremoniales visibles.

    Pero al mismo tiempo, ciertos aspectos quedan reservados al ámbito privado, interno: detalles de la ceremonia, decisiones de nombramiento, comunicación interna entre sus caballeros, ciertos vestuarios y símbolos que no se explican ampliamente al público. Ese espacio reservado propicia la mitificación, el rumor, la idea de que hay “más de lo que se ve”.

Relevancia cultural, simbólica y mediática


     Para la historia británica, la Orden de la Jarretera representa continuidad, tradición, prestigio. Es un símbolo potente del monarquismo, de la nobleza, del ideal caballeresco, del honor. En la literatura, el cine, la política, aparece como referencia para hablar de elitismo, de patrimonio, de ceremonias antiguas.

    En política internacional también tiene su papel simbólico. Miembros de la Jarretera incluyen monarcas extranjeros, líderes prominentes, aristócratas de distintos países, lo que convierte la Orden en puente diplomático, marcador de reconocimiento internacional, tipo de honor con implicaciones de prestigio.

    En los medios de misterio, su nombre aparece en teorías de conspiración, en alusiones a la élite global, en conexiones con sociedades ocultas, etc. Eso incrementa el interés popular, pero también la confusión entre lo real y la ficción.

El legado y perspectivas futuras

    La Orden de la Jarretera también enfrenta retos: modernidad, demandas de transparencia, críticas al elitismo, la relevancia de los símbolos nobiliarios en sociedades democráticas.

    Podría verse una reforma en sus ceremoniales, mayor apertura sobre algunos aspectos, más conciencia pública de qué hace realmente, quiénes son sus miembros y en qué condiciones. También hay espacio para que siga siendo objeto de admiración histórica, de estudio, de turismo institucional, exposición de su historia para públicos amplios.

    El legado sigue siendo fuerte: una institución con más de seiscientos años, que ha sobrevivido a guerras, revoluciones, cambios de régimen, que sigue siendo uno de los honores más altos en el Reino Unido, un símbolo vivo de historia, poder, identidad simbólica.

Para concluir...

    La Orden de la Jarretera (o Sociedad de la Jarretera) puede llamarse “secreta” en el sentido de que posee ritos internos, simbolismos reservados, un círculo muy selecto y una historia que despierta misterio. Pero es, ante todo, una orden de caballería fundada en la Inglaterra medieval por Eduardo III, con una función real, ceremonial, nobiliaria, de honor.

    Mucho de lo que se dice de ella en el ámbito conspirativo pertenece al terreno del rumor y de la leyenda; no está documentado con evidencia sólida. Sin embargo, esos rumores forman parte de su aura, de su imagen pública, de cómo ha sido percibida a lo largo de los siglos.

    La sociedad ha logrado algo notable: conservarse como un relicario del pasado —sus valores, su ceremonial— viviendo en el presente, y siendo constantemente reinterpretada por quienes aman la historia, sueñan con lo mítico o cuestionan las estructuras de poder. Esa mezcla de lo histórico con lo mítico, de lo público con lo reservado, de realidad con leyenda, es quizá lo que hace que la Jarretera sea mucho más que una orden antigua: es un espejo de nuestra relación con el poder, la tradición, lo que se considera noble y lo que se considera oculto.